06 agosto 2023

EL AREA 51 ESPAÑOLA...

Cualquier petición de información oficial sobre esta instalación perdida en un páramo de Castilla-La Mancha es bloqueada.
Con numerosas antenas y búnkeres, es usada por el Ministerio de Defensa y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI).


La carretera CM-4117, que une Daimiel y Valdepeñas, en Ciudad Real, es una carretera larga y recta que recorre un enorme páramo en el que aquí y allí surge alguna plantación de melones o sandías o alguna granja. Apenas pasan coches, por eso sorprende tanto encontrar de repente dos enormes parcelas, a ambos lados de la carretera, con doble vallado coronado por alambre de espino. En la más pequeña hay numerosas antenas de todo tipo. En la otra, a unos tres kilómetros de distancia de la anterior, hay multitud de cúmulos de tierra de gran tamaño a modo de búnkeres con ventanas arriba, como escotillas, todos idénticos, junto a lo que parecen pequeñas naves.

En la entrada a esta última finca una barrera bajada impide el paso de los vehículos. Al observar la llegada del coche, un guardia civil sale al paso desde la garita blanca de cristales opacos en la que vigila la entrada. “Esto es del Ministerio de Defensa; tiene que dirigirse a ellos para cualquier consulta”, se limita a decir.

– ¿Pero se sabe qué se hace ahí dentro?

– Si lo supiera no estaría aquí

En el citado Ministerio, se responde así vía correo electrónico a una petición de información de este periódico sobre la llamada base ‘El Doctor’: “Lamentamos comunicarle que no podemos ayudarle con la consulta que nos plantea”.

Poco se sabe oficialmente de la que algunos conocen como el Área 51 española, porque el secretismo que la rodea recuerda a la base estadounidense de Nevada, un lugar altamente clasificado y rodeado de misterios y leyendas administrado por el Ejército de EEUU. Sobre ‘El Doctor’ corren historias de espías, vigilancias y escondrijos de armas.

Como ocurre con otras tantas instalaciones militares, cuando uno trata de ver qué hay dentro de las fincas a través de algunas aplicaciones de imágenes vía satélite se encuentra con que los terrenos están pixelados. “Eso siempre ha estado ahí, y se dicen muchas cosas, sí, pero en el pueblo ya nos hemos acostumbrado”, concede tras escudriñar al forastero el dueño de una finca cercana. “Dicen que hay túneles por debajo, pero yo prefiero no hablar. Lo que hay ahí es ‘praivet’ [por privado en inglés]”, zanja mientras se da la vuelta para volver a sus quehaceres.

Militares en la base ‘El Doctor’

La leyenda sobre el paraje, que suma un total de 25 hectáreas entre los dos terrenos, invade las habladurías de los municipios cercanos, Manzanares, Daimiel o Valdepeñas, algunos de cuyos habitantes trabajaron allí en su día. Pero poco o nada contaban. “Eso era de los estadounidenses”, dice Manolo, que está de poda de pequeños olivos en una finca camino de Manzanares. “Dicen que hay armas químicas muy peligrosas ahí escondidas… lo que es verdad es que, cuando van a repartir allí algo, el camión se tiene que quedar en la puerta y desde dentro vienen a por lo que sea y se lo llevan. Los militares siempre han estado ahí, había mucho capitán especialista”.

La historia del lugar, que también se conoce como ‘La Finca’, se remonta a 1959, cuando un ciudadano alemán llamado Reinhard Gehlen compró los terrenos. Vendió a la gente del lugar que lo hacía para plantar algodón, pero historiadores y cronistas de la zona llegaron a apuntar que aquellos terrenos se convirtieron en un centro operativo de escuchas del Servicio Federal de Inteligencia (en alemán BND), la agencia de inteligencia extranjera del Gobierno alemán, con el beneplácito de la dictadura.

Durante años, la finca más pequeña llegó a tener un cartel en la entrada en la que se leía “Centro de Estudios de Propagación Radioeléctrica”. Así sigue constando de hecho en Google Maps. También está restringido el acceso a estos terrenos, de los que salen coches con las ventanas tintadas. Visibles desde el exterior hay antenas desplegadas de todo tipo. Resaltan sobre las demás alrededor de unas diez de más de 20 metros de altura que forman un círculo como el del monumento megalítico de Stonehenge.

Interceptar comunicaciones

Según fuentes militares expertas en telecomunicaciones, se trata de un campo de antenas de interceptación de comunicaciones de alta frecuencia (HF o High Frequency). Eran sistemas habituales para escuchar conversaciones que no querían ser escuchadas hasta hace unos 30 años, antes de la entrada en juego de las comunicaciones vía satélite. Apuntan a que, gracias a este tipo de antenas, se logró interceptar las comunicaciones del buque acorazado Bismarck, una de las joyas de la marina nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

Cruzando las señales de dos de estos campos de antenas, uno instalado en Gibraltar y otro en Irlanda, se localizó la posición del buque en una zona determinada del Atlántico Norte y los aliados consiguieron así ubicarlo y destruirlo. De acuerdo al experto, al estar en círculo cubren los 360º y permiten determinar por dónde viene una señal. “Con dos campos de antenas como el de Ciudad Real ya tienes dos líneas que se cortan y dan un punto. Con tres, tienes un triángulo y la posición es más exacta”, comentan esas mismas fuentes.


Pero, ¿se siguen usando? Y, ¿qué hay escondidos en los búnkeres? ¿Es cierto que están comunicados por túneles, como aseguran algunas personas que han estado en su interior? Nadie da una respuesta. En 2018, tras una consulta en una Unidad de Información de Transparencia sobre la operatividad de la base, el Ministerio de Defensa respondió así: “Se niega el acceso a la información relativa a efectos desplegados y usos que se dan al inmueble”. El motivo oficial de la cerrazón, según consta en el escrito, es que podría ser un “perjuicio para la seguridad y la defensa nacional”, ya que se desvelarían “extremos que afectarían negativamente a la adecuada garantía de las instalaciones objeto de protección”. El extraoficial, confirmado por varias fuentes de la Administración y de la Seguridad del Estado, es que los terrenos corresponden al Centro Nacional de Inteligencia (CNI), dependiente de ese ministerio.

En Manzanares, el paso de los años ha cubierto de polvo incluso el misterio. “Tú le preguntas a la gente joven y no saben ya ni que existe esta base del Ejército español”, comenta Juan, ahora jubilado y que la conoció ya de niño. De todos los años escuchando historias de gente que trabajaba allí ha llegado a la conclusión de que es una base de telecomunicaciones del Ejército del Aire. “Los búnkeres son por los repetidores de las antenas, para proteger los aparatos de radio”, comenta otro vecino cuyo padre trabajó en la base, que también confirma que fue montada por los alemanes. Sostiene que allí hay radares verticales que funcionan de forma triangular con tecnología GPRS o GSM. “Hay mucha leyenda con la base, que si el Área 51 y tal, pero no es más que una base de telecomunicaciones”.

Dentro de la instalación hay barracones, que son usados por militares camino de maniobras y un restaurante y cafetería, según explican fuentes del Ejército. También, hasta hace unos años, había una piscina en la finca más pequeña, donde se dice que se da formación a nuevos agentes del CNI. Desde la Guardia Civil, entretanto, precisan que no tienen acuartelamiento en la entrada de la base, como pudiera parecer, ya que hay un edificio de ladrillo con la bandera española, y evitan también precisar qué es lo que hay en el interior. En el Instituto Armado recuerdan que siempre hay agentes en lugares particularmente sensibles por cuestiones de seguridad, como podrían ser los ministerios, ponen como ejemplo.

El interés sobre el centro llegó en su día al Senado de Madrid, donde Hilario Caballero Moya, senador del por Ciudad Real, preguntó, en julio de 2001, por las actividades que desarrollan en ‘La Finca’. La pregunta fue tumbada por la Mesa de la Cámara.

Fuente del artículo: www.epe.es



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