16 octubre 2022

PUERTOLLANO Y LA RADIOAFICIÓN

Puertollano cuenta con una de las asociaciones de radioaficionados más antiguas de toda España. Creada en 1988, en la actualidad cuenta con casi cuarenta socios, que no sólo se entretienen a través de las ondas, sino que además siempre están dispuestos a prestar su servicio a la comunidad en situaciones de emergencias.

Según datos de la Federación Digital EA, en España hay unos 30.000 radioaficionados y más de 300 asociaciones repartidas por todo el territorio, una de ellas es la situada en la ciudad minera, desde donde lanzan mensajes al mundo desde hace más de tres décadas.

Para su presidente, «Pepe» Fernández, EA4EGA, Pepe, para los amigos, esto “es mucho más que un hobbie”. “A veces esta afición no se comprende muy bien, pero yo siempre digo que es como el que se dedica a subir un puerto en bicicleta con la lengua fuera, pudiendo subirlo en coche, no se cuestiona”.

El primer mensaje que salió desde Puertollano hasta el exterior data del año 82. Dos años después se firmaría el acta fundacional de la asociación, de cuyos firmantes sólo queda uno vivo. No obstante, la afición por las ondas había germinado en la ciudad a principios de los 80, convirtiéndola en una de las más antiguas en toda España, en el círculo de los Radioaficionados.

Si hay que poner nombre al primer protagonista de esta historia, hay que remontarse hasta Enrique Sánchez, que fue quien abrió el camino para todos los que llegaron después, rememora Paco, EA4BRL, quizá el más veterano de cuantos quedan en el colectivo.

“Uno se empieza a enganchar por contactos. Das con una persona que te dice una cosa; otras te explican otra. Te subes en el coche, vas al monte y cuando estableces el primer contacto con una persona en el extranjero, ya no hay vuelta atrás”, cuenta Paco, que a su vez fue la puerta para la llegada de otros nuevos aficionados como el actual presidente de la asociación.


“Yo empecé más o menos en el año 78. Entonces ya estaba germinando la afición por la radio en Puertollano. Al principio eran muy pocos los que realmente formaban parte de él”. En cuestión de un par de años, dice Pepe, “la eclosión fue impresionante. Era imposible ver un coche que no estuviese equipado con antena de Radio en el techo”.

De hecho, rememora, “por entonces se llegaron a hacer concursos, cacerías del zorro, que consistían en localizar un punto desde donde se estaba emitiendo. Fue una época impresionante, que hoy queremos que se recupere”.

Más recientemente, rescata de la memoria Pepe, “en Galicia estuve veraneando un año y allí localizamos a dos gallegos que estaban hablando por Radio en un gallego cerrado. Interactuamos con ellos, empezaron a hablar en español y fue impresionante. Se conocían la zona en la que estábamos como la palma de su mano, pese a ser ciegos. Nos llevaron hasta el apartamento donde estábamos hospedados, apuntando todo lo que nos rodeaba, tanto que consiguieron guiarme al mejor lugar para comprar orujo, que me corrigieron, allí llaman aguardiente”.

De una de las estanterías que decoran la nueva sede de la asociación, saca su presidente una caja en la que se almacenan decenas de correspondencias, QSL´s, que certifican contactos en todo el mundo. Quizás las más curiosa son las dos de la Casa Real. “El Rey Don Juan Carlos ha sido un gran radioaficionado. Su indicativo es el EA0JC, el único que tiene el número 0; esto quiere indicar que no pertenece a ninguna región concreta. Con él hemos tenido un par de contactos y de aquellos encuentros, nos llegaron estas misivas firmadas”, se enorgullece Pepe. Entre los iconos históricos de la Radio también estuvo Huséin de Jordania.

En la caja también hay contactos certificados con Rusia, Nueva Zelanda, islas perdidas en medio de los océanos; una especie de postal, que en whatsapp sería algo así como el doble check, que corrobora que un día hablaron dos desconocidos con algo en común, el amor a la Rradio. “La magia de la Radio es que si se da la circunstancia de coincidir en la ondas, nuestro indicativo a todos nos iguala y no hace falta ningún tratamiento especial, sólo conocerlo para que te des cuenta con quién hablas y de que eso no pasa todos los días”.

Entre los códigos de los radioaficionados hay algunos que son innegociables, enumera Emilio. “Aquí no hablamos nunca de política ni de religión, y por añadidura, de fútbol, ni nada que pueda generar controversias. Habitualmente lanzamos mensajes cordiales, todos relacionados con la Radio, como no podía ser de otra forma, y de paso preguntamos por el tiempo, la familia y nos deseamos buenos días”.

Encender un aparato, con ese ruido característico mientras esperas una voz al otro lado, sigue siendo algo mágico pese a que Internet a reducido las distancias a cero. Lo indudable es que detrás de las ondas han quedado muchas historias contadas, que arrancaron en la Primera Guerra Mundial y que han servido para construir sociedades alrededor de ella. Mundiales en la voz de Matías Prats que no necesitaban verse, noticias que sacudieron el mundo, o avisos que llegaban a deshora y que dejaban silenciado un país que trataba de comprender lo que estaba pasando.

Para las nuevas generaciones, series como Stranger Things han acercado esta afición a través del personaje de Dustin que, gracias a su estación de radio, no sólo encontró el amor, sino que contribuyó de forma considerable a salvar el mundo.

El papel de los radioaficionados fue clave en el accidente de Repsol Puertollano en 2003

Los radioaficionados de Puertollano quizás no han salvado el mundo en estos años de emisiones, pero sí han contribuido en numerosas ocasiones, cuando el resto de tecnologías eran insuficientes para abarcar situaciones de emergencias.

Entre las intervenciones de emergencia en las que han tenido un papel preponderante está la que llevaron a cabo en 2003, durante el accidente en el Complejo Petroquímico de Puertollano. Cuando el resto de medios eran incapaces de localizar un camión de espumógeno, ellos lograron perimetrar toda la zona de Levante, hasta localizarlo retenido en la frontera con Francia.

“De Madrid hasta Alicante, controlamos toda la zona, hasta que localizamos al camión en la frontera. Gracias a eso, intervino la Guardia Civil para traerlo escoltado hasta Puertollano y poder intervenir con urgencia para sofocar las llamas en el taque de gasoil”.

Salidas del club ciclista, intervenciones conjuntas con los cuerpos de seguridad del estado para localizar a personas desaparecidas, entre otras, cuentan en el haber, de una Asociación que quiere seguir inculcando la Radio entre los más jóvenes. Quizás el nuevo nieto de Pepe, con apenas unas semanas de vida, sea el mejor aliciente para creer que el futuro de los radioaficionados quedará asegurado.

Javier, EA4FMR y Emilio, BDI, llegaron mediados los ochenta. Los descansos para comer el bocadillo en Refinería, donde trabajaban todos ellos, sirvieron que el tema de la radio fuese calando en ellos. Al principio rehuían de un tema que sonaba abstracto y lejano. Morse, nomenclaturas, hercios, ondas, emisiones, antenas. Era difícil encajar aquello en medio de charlas que hablaban de la Quinta del Buitre, un tal Maradona o las películas de Sofía Loren. Sin embargo, cuando el anecdotario empezó a coger cuerpo, despertó su interés y al poco tiempo, ya eran uno más dentro de aquel grupo empeñado en descubrir el mundo a través de las ondas.

Del experimento de los vasos unidos por hilos, se pasaron a los walkie talkies y de ahí a todo lo demás. Sonríe Javier al recordar que “había que tener mucho cuidado cuando hacías emisiones porque te podías meter en la radio del vecino o incluso en la tv”.

“Aquellas interferencias hizo que las antenas se demonizasen. A mí una conocida me llegó a insinuar que en su casa no podían ver Canal Sur porque tenía montada una antena y el antenista le había dicho que así era imposible sintonizarles el canal”.

Como todo lo que empieza, la Radio afición generó polémica. Por suerte, “hoy día, las frecuencias son diferentes, es casi imposible interferir en una televisión. Antes podías interferir incluso en los altavoces de una iglesia”.

Amistades en todo el mundo gracias a la Radio

El tiempo, la propagación y si hay gente conectada, son los tres elementos que permiten encontrar a alguien al otro lado de la radio. Lanzar una llamada a través de las ondas es jugar a chocarse con una persona en cualquier parte del mundo que espera lo mismo que tú, sin saber quién es, dónde está o qué va a preguntarte.

Entre la colección de amigos imborrables, destaca Pepe, a personas como Joaquín, un radioaficionado de Linares, al que conocieron cuando sumaba 90 años.

“En sus tiempos fue el “vigilante” del repetidor R-6, así lo llamaban cariñosamente, y de aquellos tiempos le quedó su amor por la Radio, pues en realidad le hacía mucha compañía. Este hombre era un encanto. Era culto, atento y siempre a disposición. Algunos no llegaron a conocerlo personalmente, pero un tiempo después de fallecer, sí tuvieron ocasión de hablar con su hija que fue a visitarlos a Puertollano”. Encontrarlo al otro lado de la línea, añora, “era todo un lujo”.

Otra de esas personas que han marcado dentro de la asociación puertollanense fue Manolo, un vecino de Hinojosas del Duque. Al igual que Joaquín también era el otro “vigilante” del repetidor de la zona.

Fuente de la noticia: www.lanzadigital.com
 

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