Su presencia es más que habitual en cualquier acontecimiento que se
organiza en Peñaranda de Bracamonte. Forman parte de la vida social y
cívica de la localidad, echando una mano allí donde pueden ser
necesarios, como en la organización de carreras o eventos deportivos.
Son tan conocidos que muchos dan por segura su asistencia sin
preguntarse quiénes son y por qué están ahí. De dónde vienen. Y, como en
casi todo, detrás de estas preguntas hay una curiosa historia.
«Surgimos en el año 1988 como un grupo de ayuda en carretera, por
aquel entonces salíamos con dos unidades los días con más circulación
del año por la nacional 501 –la carretera que en tiempos atravesaba
Peñaranda-, cubríamos hacia Ventosa, unos doce kilómetros, y hacia
Salvadiós, en dirección Ávila». Marcelo de Manueles, actual secretario
de la organización, recuerda así los primeros tiempos de este grupo, del
que es el integrante más veterano.
Viajamos por tanto a los años 80, cuando España aún era en buena
parte un país con carreteras complicadas, sin buenas conexiones y con
índices de muertos y heridos por accidentes de tráfico que sobrecogían a
expertos y profanos en la materia. En ese escenario surgieron los
grupos de ayuda en carretera, organizaciones cívicas, formadas por
ciudadanos de a pie que poseían equipos de radio con los que comunicarse
fácilmente en un momento en el que los teléfonos móviles eran aún un
sueño futurista. Con esos equipos y algunos vehículos, en los días más
conflictivos en cuanto a tráfico, los integrantes de estos grupos
cubrían determinadas zonas cercanas a sus localidades, informando de
complicaciones, avisando si se producía algún accidente, manteniéndose
en contacto con los camioneros…
«En aquellos años incluso nos llegó a felicitar el director
provincial de Tráfico por la buena labor que estábamos realizando»,
apunta también De Manueles, reunido en la actual sede de la asociación
–una de las aulas del antiguo colegio Comarcal Mixto- con algunos de sus
compañeros, entre trofeos y fotografías. De aquellos años quedan los
recuerdos de los numerosos accidentes que se producían en la 501, mucho
antes de que la autovía A50 estuviera siquiera en planificación. «En
aquel entonces cuando se producía cualquier accidente tanto Tráfico como
los bomberos tardaban en llegar, así que nosotros hacíamos lo que
podíamos y prestábamos la primera ayuda».
Ya no se paga licencia
Casi 30 años después la mera permanencia de este grupo es una
heroicidad. La vida ha cambiado mucho y las comunicaciones, no digamos.
En la época de internet, los móviles y los navegadores vía satélite, el
grupo cultural de Radio Ayuda CB27 de Peñaranda de Bracamonte, que así
es su nombre completo, persiste y resiste con orgullo. De hecho, aunque
se saben casi únicos en España, en los últimos tiempos las perspectivas
parecen mejorar para los aficionados a esta forma de comunicación, pues
ha desaparecido la licencia que cobraba el Gobierno por tener un equipo
de radio en casa y eso «está animando a la gente», como comentan los
radioaficionados peñarandinos, que apuntan también que aún son muchos
los camioneros, especialmente los portugueses, que llevan emisora.
La labor actual de este grupo de amigos, casi familia, que mantienen
viva una afición desconocida para las nuevas generaciones, se centra,
como decíamos al principio, en colaborar en cuantas actividades a gran
escala se realizan en Peñaranda. Por ejemplo, en la tradicional marcha
que la asociación Acopedis celebra cada primavera. Ahí está el grupo de
Radio Ayuda para cortar calles, vigilar el tráfico e informar de
cualquier posible incidencia. Lo mismo sucede en las carreras
deportivas, como la del Hornazo o en la de bicicleta de montaña. «Además
en las últimas ferias participamos en la actividad de multiaventura que
organizó el Ayuntamiento, realizamos un pequeño taller en Los Jardines
para los niños y logramos un contacto con Italia», explica Marcelo de
Manueles, que recuerda las caras de emoción de los pequeños al ver cómo,
a través de un aparato de radio, Peñaranda pudo contactar con un
radioaficionado italiano.
Y es que los contactos es la esencia del mundo de los radioaficionados.
Si volvemos a viajar en el tiempo nos encontramos con una sociedad en
la que comunicarse era mucho más complicado de lo que es ahora mismo.
Poder hablar a través de un pequeño aparato de radio con gente
procedente de todas partes de España e incluso del extranjero suponía
para los radioaficionados una experiencia «muy emocionante» que
recuerdan con cariño y que creó verdaderas amistades que aún se
mantienen.
«Podíamos pasar horas y horas conectados, hablando con unos y con
otros, chapurreando inglés o lo que pudiéramos». De aquellos contactos
que tanto recuerdan los peñarandinos quedan ahora cajas llenas de las
QSL, las tarjetas que los grupos de radioaficionados se enviaban como
prueba de haber contactado. Auténticos tesoros que dan muestra de la
actividad de este grupo que, constante, se mantiene alerta y dispuesto a
ayudar allí donde Peñaranda de Bracamonte y su comarca los pueda
necesitar.
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