Desde la estación de radio de su casa. Al otro
lado del receptor, una voz bonachona. Jamás lo habría imaginado. Antes
de ser consciente de la situación, se vio hablando con Juan Carlos I.
Una anécdota para los nietos. Es una de las muchas de Rafael Pérez, el
primer delegado de la Unión de Radioaficionados Españoles en la isla.
Ocurrió dos días antes de la Nochebuena del 79. En torno a las 9 de la
noche. Al otro lado del receptor, alguien deletreaba su distintivo de
llamada: «EA0JC». Desde la estación de radio instalada en su casa, en el
capitalino barrio de El Charco, Rafael Pérez no salía del asombro. Era
el mismísimo rey Juan Carlos I.
La conversación con el Palacio de la Zarzuela fue «breve, pero
emocionante». «No todos los día se habla con un rey. Me preguntó cómo
andaba el tiempo por Canarias, le contesté que bien y me dijo que sentía
envidia porque en Madrid había frío. La verdad es que era muy amable,
incluso nos felicitamos la Navidad», explicó el que desde 1979 fue
primer delegado de la Unión de Radioaficionados Españoles (URE) en
Fuerteventura. El Rey le aseguró que mandaría acuse de recibo, dando
cuenta de que el contacto se había realizado con éxito. Y así fue: «a
los diez días me llegó a casa una tarjeta QSL del Palacio de la Zarzuela
validando la fecha, la hora y la frecuencia en la que se había
producido la comunicación», añadió Rafael.
Años después, en 1992, conocería personalmente al Rey en Liverpool,
cuando acompañó a José Jorge Monserrat, por entonces consejero del
Cabildo, a recoger el premio otorgado el barco Isla de Fuerteventura por
su participación en una regata a América que rememoraba el
descubrimiento del continente.
La del monarca es solo una de las muchas anécdotas que recuerda Rafael
de su época de radioaficionado. El mismo año que habló con el Rey se
había comprado la emisora de radio por 68.000 pesetas. «Tenías que ir a
examinarte a Las Palmas de telegrafía, fonía y legislación. Era difícil y
costoso. Al aprobar te daban el distintivo de llamada, que era como la
matrícula de los coches, la licencia del Ministerio de
Telecomunicaciones que te permitía hablar con todas las partes del
mundo», señaló.
El indicativo oficial de Rafael era EA8 Romeo Charlie, aunque todo el
mundo terminó conociéndole como EA8 Radio Canarias. «Los indicativos
servían para poder identificarte y diferenciarte de los piratas». Lo de
radioaficionado le vino a través de otras personas que vivían en la
isla, entre ellos, Justo Benedicto Pérez, teniente-coronel-jefe del
Regimiento de Infantería 56 en Fuerteventura. «Él fabricaba su propia
radio y su antena cúbica o de cuadro, lo hacía a mano con hilos de
cobre y cañas de bambú». También personalidades como Gerardo Mesa, que
sería presidente del Cabildo, e Ignacio José González, delegado de la
Once en Fuerteventura, así como José Suárez, delegado local de la Once
en Tuineje, contribuyeron a forjar la afición por la radio en Rafael.
Otros radioaficionados destacados en la época fueron Esteban Acosta y
Juan Carlos Lavandera, que, después de Rafael, serían delegados de la
URE en Fuerteventura.
Con el avance implacable de las nuevas tecnologías, el mundillo de los
radioaficionados se vino abajo. Pero en sus mejores tiempos llegó a
haber más de 300 personas con licencia en la isla. Hoy, que Internet
facilita las comunicaciones, apenas unos pocos románticos regresan a las
ondas de vez en cuando para rememorar lo que un día fue una pasión.
Orígenes de Protección Civil. Lo que hoy es Protección
Civil en Fuerteventura surgió del mundillo los radioaficionados. En los
años 70 y 80 la isla comenzaba a desarrollarse, pero aún habían
carencias. «Protección Civil se constituyó en Fuerteventura a partir de
un grupo de radioaficionados. Como estábamos todos comunicados, cuando
había un accidente en la carretera, los camioneros que tenían emisora
daban aviso a otros radioaficionados y estos al Hospital o a Cruz Roja.
Se salvaron muchas vidas así», explicó Rafael Pérez, que, de hecho, fue
el primer coordinador insular de Protección Civil desde 1982.
«Trabajábamos sin cobrar, con una oficina en la Delegación del Gobierno.
Éramos un equipo de 30 personas», añadió.
Cuando se rompió el cable. En 1972 se averió el cable
submarino de Telefónica con Gran Canaria. Durante un mes y medio la isla
estuvo incomunicada. Gracias a los radioaficionados se contactaba con
Gran Canaria para solicitar los medicamentos de la antigua Clínica
Virgen de la Peña y también para informar a los periódicos de lo que
ocurría en la isla.
Rafael Pérez, conocido como Tamariche, en la emisora de radio de su casa, desde donde habló con Zarzuela.
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