07 noviembre 2013

1983, RIADAS EN BASAURI...LOS RADIOAFICIONADOS AYUDARON

Vecinos mojados, neveras vacías, grifos sin agua y teléfonos sin línea. Muchas son las penurias que los basauritarras padecieron durante largos días tras la fatídica noche del 26 de agosto de 1983. Las imágenes almacenadas en la memoria de quienes sufrieron las inundaciones más graves del siglo XX en Bizkaia pueden verse ahora impresas en papel dentro de la Torre de Ariz. La planta baja de este edificio acoge la exposición Bizkaia desbordada, en la que se pueden apreciar los estragos que causó el agua no solo en Basauri, sino en el resto de municipios del territorio que se tragó la lluvia. Bermeo, Arrigorriaga, Bilbao, Ugao, Amorebieta... La muestra pone la atención en las consecuencias de los intensos chaparrones que ya a las doce de la noche hacían sucumbir al puente del Ayuntamiento de la capital vizcaina.
Entre las 200 fotografías expuestas, los que se acerquen a la casa torre podrán descubrir un barrio de Urbi bajo las aguas, así como distinguir el propio edifico donde se celebra la exposición incomunicado por la riada o los vecinos que, escobón en mano, salieron a la calle a limpiar el barro también en la parte alta del pueblo. Y es que las inundaciones de 1983 no solo atacaron Basauri desde abajo por el desbordamiento de los ríos Nervión e Ibaizabal. La ladera del monte Malmasín acabó convertida en una cascada formada por todo el líquido que a las praderas no les dio tiempo a ingerir.
"En la plaza Arizgoiti nos cubría el agua hasta la rodilla", rememora Iñaki Martínez, quien fuera teniente alcalde en aquella época, formando equipo de gobierno con el alcalde, Carlos Berrocal. Según explica, los cuatro días posteriores a las lluvias fueron los más intensos de su vida. Apenas sí pudieron dormir cabezadas en el sofá del hall de la casa consistorial. El pueblo se desmoronaba y había mucho que hacer. Para empezar, eran decenas los vecinos de otros municipios, e incluso de otros países, los que se habían quedado atrapados en un Basauri incomunicado.
A todos ellos se les dio refugio improvisado en el salón de plenos del Ayuntamiento. Aunque muchos de ellos acabaron durmiendo acogidos en los hogares de los vecinos menos afectados que "acudieron al salón a buscarles en un ejemplo de solidaridad que fue unánime en el municipio", recuerda Martínez.
Así, entre unos y otros, lograron estabilizar la situación y salir adelante. La falta de línea se solucionó "gracias a que unos radioaficionados nos colocaron una antena en el Ayuntamiento para poder comunicarnos con el exterior". La escasez de comida se sufragó "con las donaciones de los pocos comercios que pudieron abrir al día siguiente. Algunos incluso, cedieron aparatos de gas para poder cocinar los alimentos, porque no teníamos luz. Cuando acabó todo, casi ninguno quiso cobrar por los objetos prestados", asegura el que fuera teniente alcalde. Pero a pesar de la gentileza de sus vecinos, había algo que les faltaba, y se trataba de un bien necesario: el agua. "Nos llegaron las botellas de una panadería de Galdakao pero no fue fácil, porque primero tuvimos que desbloquear casi a mano el puente de Etxerre", confiesa el exconcejal. 

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