Detrás del indicativo EB1RAB, un centenar de
refugiados bosnios encontraron en O Carballiño, a principios de los años
90, noticias, contactos y las voces de aquellos a quienes habían dejado
atrás en plena guerra de los Balcanes. Porque ese código esconde la
estación de un grupo de radioaficionados que el 27 de diciembre de 1992
conectó por primera vez la localidad ourensana con la antigua
Yugoslavia. Detrás de aquella iniciativa estaba Antonio Veiga.
-¿Cómo se les ocurrió la idea?
-Nuestra afición va un poco más allá de la
experimentación. Nos dimos cuenta inmediatamente de que podíamos hacer
algo por esta gente, y llegamos a la conclusión de que lo ideal era
montar una estación en la Residencia de Tempo Libre, donde ellos vivían.
La pusimos en marcha Óscar Seijas, Pepe Peitos y yo. Ahí se inició la
historia, la posibilidad de que supiesen lo que había allí, lo bueno y
lo malo. En esto se basó nuestro apoyo. Al final de ese periplo,
alrededor de 6.000 comunicados quedaron registrados en nuestro libro de
guardia.
-En plena guerra, en muchas ocasiones no sería posible ninguna comunicación, y las que habría serían duras...
-Aquello era una zona en guerra, quedaron algunos
radioaficionados que con mucho riesgo mantuvieron sus estaciones. Se
quedaba un día y a una hora y ellos hacían las gestiones. Fue terrible.
Vivir con las señoras que tenían a sus maridos en Srebrenica, que
estaban a punto de claudicar ante los serbios, y que sabían que se los
iban a cargar... Aunque también hubo alegrías. Un día preguntamos por un
chiquillo, y le anunciaron al padre que lo normal es que estuviese en
el parte de bajas, pero que le diera 24 horas para confirmar la noticia.
Al día siguiente, se preguntó por el niño y se escuchó al otro lado:
«hola, papá, estoy aquí, estoy vivo». Os podéis imaginar...
-¿Y cómo se arreglaban con el idioma?
-Nosotros tutelábamos la emisora, pero ellos eran los
que hablaban, aunque estaba un poquito fuera de las normas. Sobre todo
nos ayudaban dos de ellos, Dada y Faruk. Dada hablaba inglés, al
principio se entendía así con mi hija. Luego aprendió muy bien español,
todavía hablamos a veces.
-¿Han mantenido entonces el contacto?
-Sí, aunque el grupo se ha dispersado. Dada volvió a
Bosnia con sus hijos, pero su cuñada se quedó en Galicia. Faruk se
instaló en la zona de A Coruña, creo que después se fue a Suecia con uno
de sus hijos.
-Ahora que se estudia la posibilidad de que Galicia vuelva a acoger refugiados ¿cómo recuerda aquella experiencia?
-En aquel momento fue un poco confuso para ellos.
Llegaban en grupo, pero era poco homogéneo, tardaron un poco en
acoplarse, pero fueron asumiendo la dura realidad, porque aquello era
muy triste. El pueblo los acogió fantásticamente, siempre se estuvo a su
lado. Estoy convencido de que las instalaciones de O Carballiño van a
volver a ser utilizadas. Y lo que viene ahora no sé si es peor. Vienen
de más lejos, dejando ya bajas por el camino... Es tremendo. No sé qué
se podrá hacer con esta gente en cuestiones de comunicación. Nosotros
siempre estamos dispuestos con nuestra red de emergencia a echarles una
mano.
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