19 agosto 2014

RECUERDOS DE RADIO EN CANARIAS

Desde la estación de radio de su casa. Al otro lado del receptor, una voz bonachona. Jamás lo habría imaginado. Antes de ser consciente de la situación, se vio hablando con Juan Carlos I. Una anécdota para los nietos. Es una de las muchas de Rafael Pérez, el primer delegado de la Unión de Radioaficionados Españoles en la isla.
 
Ocurrió dos días antes de la Nochebuena del 79. En torno a las 9 de la noche. Al otro lado del receptor, alguien deletreaba su distintivo de llamada: «EA0JC». Desde la estación de radio instalada en su casa, en el capitalino barrio de El Charco, Rafael Pérez no salía del asombro. Era el mismísimo rey Juan Carlos I.
La conversación con el Palacio de la Zarzuela fue «breve, pero emocionante». «No todos los día se habla con un rey. Me preguntó cómo andaba el tiempo por Canarias, le contesté que bien y me dijo que sentía envidia porque en Madrid había frío. La verdad es que era muy amable, incluso nos felicitamos la Navidad», explicó el que desde 1979 fue primer delegado de la Unión de Radioaficionados Españoles (URE) en Fuerteventura. El Rey le aseguró que mandaría acuse de recibo, dando cuenta de que el contacto se había realizado con éxito. Y así fue: «a los diez días me llegó a casa una tarjeta QSL del Palacio de la Zarzuela validando la fecha, la hora y la frecuencia en la que se había producido la comunicación», añadió Rafael.
Años después, en 1992, conocería personalmente al Rey en Liverpool, cuando acompañó a José Jorge Monserrat, por entonces consejero del Cabildo, a recoger el premio otorgado el barco Isla de Fuerteventura por su participación en una regata a América que rememoraba el descubrimiento del continente.
La del monarca es solo una de las muchas anécdotas que recuerda Rafael de su época de radioaficionado. El mismo año que habló con el Rey se había comprado la emisora de radio por 68.000 pesetas. «Tenías que ir a examinarte a Las Palmas de telegrafía, fonía y legislación. Era difícil y costoso. Al aprobar te daban el distintivo de llamada, que era como la matrícula de los coches, la licencia del Ministerio de Telecomunicaciones que te permitía hablar con todas las partes del mundo», señaló.
El indicativo oficial de Rafael era EA8 Romeo Charlie, aunque todo el mundo terminó conociéndole como EA8 Radio Canarias. «Los indicativos servían para poder identificarte y diferenciarte de los piratas». Lo de radioaficionado le vino a través de otras personas que vivían en la isla, entre ellos, Justo Benedicto Pérez, teniente-coronel-jefe del Regimiento de Infantería 56 en Fuerteventura. «Él fabricaba su propia radio y su antena cúbica o de cuadro, lo hacía  a mano con hilos de cobre y cañas de bambú». También personalidades como Gerardo Mesa, que sería presidente del Cabildo, e Ignacio José González, delegado de la Once en Fuerteventura, así como José Suárez, delegado local de la Once en Tuineje, contribuyeron a forjar la afición por la radio en Rafael. Otros radioaficionados destacados en la época fueron Esteban Acosta y Juan Carlos Lavandera, que, después de Rafael, serían delegados de la URE en Fuerteventura.
Con el avance implacable de las nuevas tecnologías, el mundillo de los radioaficionados se vino abajo. Pero en sus mejores tiempos llegó a haber más de 300 personas con licencia en la isla. Hoy, que Internet facilita las comunicaciones, apenas unos pocos románticos regresan a las ondas de vez en cuando para rememorar lo que un día fue una pasión.  

Orígenes de Protección Civil. Lo que hoy es Protección Civil en Fuerteventura surgió del mundillo los radioaficionados. En los años 70 y 80 la isla comenzaba a desarrollarse, pero aún habían carencias. «Protección Civil se constituyó en Fuerteventura a partir de un grupo de radioaficionados. Como estábamos todos comunicados, cuando había un accidente en la carretera, los camioneros que tenían emisora daban aviso a otros radioaficionados y estos al Hospital o a Cruz Roja. Se salvaron muchas vidas así», explicó Rafael Pérez, que, de hecho, fue el primer coordinador insular de Protección Civil desde 1982. «Trabajábamos sin cobrar, con una oficina en la Delegación del Gobierno. Éramos un equipo de 30 personas», añadió. 

Cuando se rompió el cable. En 1972 se averió el cable submarino de Telefónica con Gran Canaria. Durante un mes y medio la isla estuvo incomunicada. Gracias a los radioaficionados se contactaba con Gran Canaria para solicitar los medicamentos de la antigua Clínica Virgen de la Peña y también para informar a los periódicos de lo que ocurría en la isla.

 
Rafael Pérez, conocido como Tamariche, en la emisora de radio de su casa, desde donde habló con Zarzuela.

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