Aunque sobre todo a los más jóvenes les
cueste creerlo, hubo un tiempo no muy lejano en el que no habían
teléfonos móviles. Ni siquiera había ordenadores y mucho menos Internet.
Sin
embargo, en aquella década de los 70 e incluso de los 80 del pasado
siglo XX, existía una serie de personas que podían comunicarse con
cualquier parte del mundo desde sus casas y hasta desde sus coches.
Ellos eran y siguen siendo los radioaficionados. Era un privilegio poder
conectar, por ejemplo, la casa del campo con la de la ciudad sin tener
que invertir en lo carísimo que por entonces resultaba dar de alta una
línea telefónica en las zonas rurales.
Fueron pues los
radioaficionados los primeros en comunicarse con otros a través de las
ondas, tal vez lo mismo que ahora se hace con el WhatsApp o Facebook,
entre otras aplicaciones sociales. La diferencia es que en aquellos
tiempos no había otra forma de hacerlo, sirviendo incluso para salvar
vidas en catástrofes naturales.
Hace unos días, la sección
comarcal de la Unión de Radioaficionados Españoles de Cieza URE–URC
quiso hacer partícipes a los niños con una demostración de lo que es la
radioafición, que aún hoy, y a pesar de la extraordinaria competencia de
otras formas de comunicación más modernas, no ha podido ser desbancada.
Sus
miembros instalaron una antena en el colegio Antonio Buitrago y una
emisora en la biblioteca del centro, y desde allí, los propios alumnos
pudieron contactar con diferentes partes de España y de Europa.
La
actividad, puesta en marcha bajo el título de la 'La radio en la
Escuela' será trasladada en próximas fechas a otros colegios de la
ciudad de Cieza y su comarca.
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