Su condición de radioaficionado le llevó hace 30 años a participar activamente, y en primera línea, en la transformación del servicio de Protección Civil que hoy conocemos.
P. GUZMÁN Tras treinta años al frente de Protección Civil de Elda y tras haber participado en la transición a nivel nacional de lo que en su día era un servicio militarizado a la agrupación civil que conocemos hoy en día, José Vidal Guaita cuelga ese "walky" que durante décadas le ha venido acompañando mañana, tarde y noche. La jubilación no le hará sin embargo dejar ese afán de servir a los demás que allá en la década de los 80 le llevó a abrir el camino a las agrupaciones de voluntarios que hoy funcionan en toda España y deja el cargo con la satisfacción del deber cumplido, una recompensa que, según dice, no tiene precio.
Treinta años dan para mucho. ¿Cómo recuerda aquellos inicios en los que el que hoy es un servicio plenamente consolidado echaba a andar?
Cuando echo la vista atrás ante todo me quedo con que aquello que pusimos en marcha, y que en Elda fuimos prácticamente pioneros a nivel nacional, casi como una utopía es hoy en día una completa realidad. Empezamos completamente de cero, con la intención de adecuar a la democracia lo que en la dictadura había sido un servicio de carácter militar y con el reto de transformarlo en una estructura civil. Por entonces la falta de apoyo e información era total y ni sabíamos bien cómo hacerlo; lo único que teníamos claro era el objetivo: prestar una servicio de asistencia a los demás. Hasta 1985 no existió el borrador de la primera ley de Protección Civil que nos daría la base legal para movernos. Se empezó poco a poco, con apenas recursos más allá de los propios, hasta que fuimos ampliando y consolidando competencias de forma que lo que en principio fue un servicio voluntario hoy es obligatorio, ya que no hay acontecimiento donde actualmente no se cuente con la presencia de Protección Civil.
¿Cómo decidió embarcarse en esta aventura en la que le tocó comenzar de cero y prácticamente a ciegas?
Por mi condición de radioaficionado. En aquellos momentos no había las posibilidades de comunicación actuales y mediante onda larga y media nos dedicábamos a localizar a personas que con motivo de la guerra civil o del trabajo hubieran tenido que emigrar o a buscar medicamentos que por entonces no había en España. Básicamente, se trataba de ampliar y abrir ese servicio de asistencia, con la vocación de ayudar y la solidaridad como puntos de partida.
¿Hasta qué punto ha evolucionado el servicio?
La evolución ha ido viniendo con las competencias que con los años hemos ido adquiriendo, de las tareas de prevención a las de intervención, e indudablemente de la mano de la tecnología. Cuando empezamos con la primera agrupación de voluntarios no teníamos medios, más allá de nuestros propios equipos de radio, y hoy tenemos transmisores digitales que hacen posible lo que nunca hubiéramos imaginado. Pero la esencia de Protección Civil sigue siendo la misma, no ha cambiado ni cambiará por muchos años más que pasen, la vocación de servir a los demás, el espíritu de sacrificio y solidaridad.
No hay acontecimiento del que no haya sido testigo en Elda, ha convivido con todos los gobiernos que han pasado en estas tres décadas y en los últimos años con la crisis y los recortes...
Efectivamente ya no se concibe la celebración de ningún acto sin Protección Civil y, aunque los recortes están ahí y no íbamos a ser ajenos a ellos, se nos han ido manteniendo las subvenciones para gastos de manutención. Al contrario que en otras agrupaciones en Elda tenemos un número estable de voluntarios y no hemos tenido bajas. En Elda tenemos relevo para rato. Con crisis o sin ella, el voluntario nace, no se hace. Quiero aprovechar para dirigirme a todos ellos, para agradecerles su compromiso y decirles que sigan trabajando como lo hacen. Y también a los distintos gobiernos de Elda, que me han dado su confianza independientemente de su color político y que han prestado su apoyo a la agrupación.
¿Lo mejor y lo peor de estos treinta años?
Lo mejor, sin duda, la recompensa que te da el servir a los demás. No tiene precio. Y la satisfacción del deber cumplido. Lo peor, aquellas veces en que ante determinadas tragedias no se ha podido hacer nada y te sientes del todo impotente.
¿Y ahora qué?
Dejo la jefatura de Elda pero no me desvincularé de Protección Civil. Seguiré como coordinador provincial de la red nacional de Emergencias y en Elda prestaré labores de asesoramiento siempre que se me requiera. Cierro una puerta pero seguiré un camino paralelo, ayudando en lo que pueda; por ejemplo, en la cárcel de Villena imparto en taller de habilidades sociales para favorecer la reinserción de presos.
Fuente: Informacion.es (El periódico de la provincia de Alicante).
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